
¡Oh, diente de león, rosa del proletariado!
dorada antórcha de lúbricas pasiones,
escarnio de vanidosos, refugio de gambiteros...
tu supurante nectar eleva mi corazón y destempla mi conocimiento,
y del diente a lo potente
de la muerte al nacimiento
he aquí el verdadero pilar del Puente Piedra.

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