jueves, 30 de diciembre de 2010

La España que nos duele



Hoy, en su discurso de Fin de Año, Artur Mas ha arengado a los catalanes, no a los ciudadanos de Cataluña, a "reaccionar ante las amenazas a la realidad nacional". Considera el Sr. Mas que se da una "incomprensión y hostilidad" contra "la personalidad colectiva y la identidad cultural y lingüistica de Cataluña".

Se me sigue helando el corazón cuando escucho cosas como éstas, y eso que ya se me heló cuando vine al mundo. ¿Qué es la identidad cultural de Cataluña? ¿Qué incomprensión puede sufrir quien se empeña en no querer comprender, así mismo, a la otra parte? Lo que el Sr. Mas debería saber es que Cataluña, se dé él cuenta o no, ha estado gobernada ocho años por un president nacido en Córdoba, igual que estuvo gobernada por un señor que cuando vino del exilio se dirigió a los ciudadanos de Cataluña, igual que estuvo gobernada por otro señor que consideraba que Cataluña no se entendía sin España y viceversa. La verdad es que yo ya no sé quién ataca a quien, quién no comprende a quién, y quién es áquel que guarda la verdad universal de conceptos como identidad cultural, yo, simplemente, me he dado cuenta que debo limitarme al conllevar.

Por el momento, conllevaré estas cosas escuchando a un catalán cantando en castellano un poema de un alicantino que murió en una cárcel franquista. Eso, lo quiera o no el señor Mas, puede considerarse "identidad cultural de España".



1 comentarios:

Anónimo dijo...

Año 2010. Todos los países de la parte desarrollada y capitalista del mundo viven juntos y a la vez la peor crisis económica que los que están vivos recuerdan, y se habla de que probablemente sea la peor en la historia. El mundo (rico) entero está conectado por Internet, una red que no conoce banderas ni himnos patrios ni orgullos nacionalistas. El capital nos ha unido por encima de las naciones hasta el punto de que se nos ha olvidado la mera posibilidad de iniciar una guerra con otra nación, y ni pensar de que los ciudadanos de una de las naciones piensen seriamente jugarse sus vidas por defender su bandera.

Todo apunta a que los sentimientos nacionales en el mundo civilizado quedarán como algo parecido a la religión, algo privado y personal de cada uno que no tiene sentido que entre en la esfera pública, política, porque a estas alturas las fronteras están sobradamente definidas, la guerra para cambiarlas no es una posibilidad y todos, incluso quienes lo niegan, tenemos muuuuuy claro qué nos une, qué nos separa, y por qué un manchego se parece mucho más a un catalán que a un portugués o a un marroquí.

El sentido común dice que las personas ya no pensaremos en que nos une la historia, la tradición, el pasado... y nos daremos cuenta de que lo que nos une es una red de trenes, una misma moneda, unas carreteras, el deporte, una cultura presente común, y sobre todo un FUTURO que definir juntos, y no un pasado en el que básicamente nos hemos dedicado a matarnos unos a otros y poco más.

Pero no. A la hora de la verdad, el imbécil soy yo por creer en eso. Resulta que eligen a un presidente del gobierno de una Comunidad Autónoma de un Estado determinado, y su discurso sigue refiriéndose a diferencias, a singularidades... a pasado. Y por supuesto, los demás le damos tanta importancia, que acaba pareciendo importante.

Feliz año a todos, incluso a los extranjeros.

GRR

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