sábado, 19 de marzo de 2011

Jugar, jugar, y jugar...pero sabiendo jugar



He said, "If you're gonna play the game, boy
You gotta learn to play it right

You've got to know when to hold 'em
Know when to fold 'em
Know when to walk away
Know when to run
You never count your money
When you're sittin' at the table
There'll be time enough for countin'
When the dealin's done

Every gambler knows
That the secret to survivin'
Is knowin' what to throw away
And knowin' what to keep
'Cause every hand's a winner
And every hand's a loser
And the best that you can hope for
Is to die in your sleep
"

Efectivamente, si alguno vió el último capítulo de la vida de Antonio Alcántara sabrá de que canción hablo. Si alguno vió ese capítulo sabrá como Don Antonio estuvo a punto de jugarse sus cuartos, y los que no eran suyos, en una partida. Y si alguno vió ese capítulo sabrá que el Parriba supo en que momento enfilar la puerta y dejar atrás el tapete, el whisky y la baraja. Momento durante el cual comenzó a sonar, como un himno, The Gambler.

Y así es. Ya que tenemos que jugar a esto, hay que saber cuando aguantar las cartas, cuando tirarlas sobre el tapete, cuando levantarse e irse...y cuando correr. Y todo eso sin vacilar, segundo a segundo, sin contar lo que llevamos ganado o perdido, sentados a la mesa: ya habrá tiempo después de ver si acertamos o fallamos, de si hicimos bien quedándonos en la partida, de si nos equivocamos al seguir jugando; ya tendremos tiempo para comprobar si no hubiéramos debido levantarnos y, como Antonio Alcántara, dejar la partida atrás. Pero todo eso va después, la partida se juega sentados a la mesa, ya habrá tiempo de alegrarse o arrepentirse.

¿Por qué después? Porque que los buenos jugadores, igual que saben de qué pueden prescindir, qué pueden perder sin que nada pase, también saben qué es lo que tienen que mantener, qué deben conservar, aquello que no deben jugarse. Así, los buenos jugadores se mantienen en la mesa sin hacer cuentas de lo ganado o perdido, porque ellos siempre saben lo que tienen, lo que pueden perder y lo que han de guardar.

Las manos no son buenas o malas, ganadoras o perdedoras. Las cartas no juegan, los que jugamos somos nosotros, y nosotros somos los buenos jugadores o los malos, los que ganan o pierden, los que deben saber qué pueden perder sin problemas y qué quieren mantener en todo caso.

PD: ya que hablamos de gamblers, que menos que enviar un beso y una palmada en el culete a nuestro tahúr más internacional con tarjeta de lugares donde Hacienda no son todos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El que haya escrito esto, al poker no sé cómo jugará, pero de la vida sabe un huevo y parte del otro. Gran entrada!

Fdo: El tahúr más internacional de la doble

Publicar un comentario