Pakito es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Un día me puse a pensar,
y me metí el dedo al culo.
La felicidad es la mano en el culo, el chocho peludo y la picha empiná
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